
Es un lugar regentado por la familia Esteve desde 1929 donde antes existió una vieja bodega de barrio que data de 1872. El espacio es minúsculo, decorado con objetos de anticuario, viejos afiches y que conserva todo el encanto de otras épocas gracias a las pequeñas mesas de mármol y a los azulejos de cerámica de sus paredes. Resulta indispensable para los barceloneses por su ambiente informal y distendido... lugar de parada obligatoria en las rutas del "picoteo", es decir, picar pequeñas tapas en varios locales de una misma zona.
No se trata de un templo de cocina elaborada, todo lo contrario, en el Xampanyet lo divertido es pedir una cerveza de barril o el vino Xampanyet y acompañarlo de una ración de anchoas aliñadas con el toque justo de vinagre, son anchoas de aspecto apetitoso, más grandes que en cualquier lugar y son incomparables, las mejores de la ciudad. Saben ponerle un vestido de gala a las conservas del mar, un toque de picante, un poco de pimentón, vinagre, limón o aceite y los berberechos, las almejas y la ventresca de bonito del norte alcanzan cotas muy elevadas. Hay quien desea entrarle a embutidos ibéricos o a la cecina de León, para ellos la selección de vinos no es banal, detrás de la apariencia de sencillez y amabilidad casual se encuentran buenos profesionales que saben seleccionar muy bien los productos.
En mi caso, el menu que prefiero para picar en el Xampanyet se compone de las anchoas aliñadas, aceitunas, berberechos y dos cervezas Voll Damm de barril, no hay cerveza mejor elaborada en mi tierra y la que sirven del barril es simplemente insuperable... la visita es un auténtico abrebocas, preámbulo de la amplia oferta culinaria del Born... pocas veces uno sale descontento de una mesa y mantel del Born o de la Barceloneta, el ambiente en la ciudad vieja construye el 50% de la felicidad, el resto se hace no cayendo en los antros para turistas desprevenidos.



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