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El Presidente de Toyota pide perdón por un pedal

Impactante imagen del Presidente del fabricante japonés de automóviles Toyota pidiendo perdón a todos los clientes, entre los que se encuentra un servidor, por la crisis de confianza generada por la llamada a revisión de 8 millones de vehículos en todo el mundo.
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¿Imaginan a otro tipo de presidentes disculpándose ante sus "clientes", el pueblo, por los errores cometidos?. Políticos que en su perverso deseo de entronización provocan daños en la comunidad con una gravedad infinitamente superior al teórico fallo del pedal del acelerador en algunos Toyoya.
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Desgraciadamente los elegidos en las urnas a los pocos meses de asumir el honorable mandato de sus compatriotas adquieren un virus incurable: la arrogancia. Pocos meses después empiezan a sentirse insustituibles, como si la historia de sus naciones tuviera un año cero desde que sientan sus posaderas en el trono real, como aquellos monarcas absolutistas de antaño.
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En sus delirios de grandeza los Castro, Chávez, Kirschner al cuadrado, Ortega,Correa, Morales y otros inmorales justifican con naturalidad que han sido tocados por el dedo de Dios para vestirse de salvapatrias y cuanto más creen en su infalibilidad, más sufren sus pueblos su abuso lleno de auotocracia y falto de autocrítica.
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Hoy Akio Toyoda pidió perdón al mundo por un error detectado a tiempo y perfectamentse subsanable y que sepamos no ha matado a nadie. Es un empresario, no un político, pero en sus manos siente la responsabilidad por el bienestar de millones de habitantes del planeta que cada día confían en los vehículos que fabrica. ¿Se imaginan a cualquiera de los presidentes de nuestro continente reconociendo haber cometido un solo error?
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No sabemos si el señor Toyoda pide perdón con la conciencia que en estas cuestiones hace admirable a los japoneses o si lo hace unicamente para salvar el valor de las acciones de la compañía. Sea como sea, esa es la gran verdad del sistema capitalista y del libre comercio: la búsqueda de la prosperidad de una empresa en un entorno de competencia depende de la capacidad de crear valor y del juicio libre de los consumidores. Ninguno de los políticos que nos rodean tiene esta conciencia.
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imagen tomada de El País / Reuters
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