El sábado al mediodía nos citamos para un evento bien especial en el que ibamos a compartir fogones la familia política de Jordi Miró y la mía con un reto encima de la mesa: un mano a mano de paellas y, como no, de buenos vinos.
Selva y Luis Felipe fueron los protagonistas del día con paellas marineras con sorpresas de la tierra. Los estilos de elaboración de ambos arroces fueron totalmente opuestos, lo que hizo bien interesante la comparativa del resultado final. Ambos estuvieron en su punto y los servimos en un mismo plato, uno a cada lado. En el Blog de Jordi encontrareis amplios detalles de lo sucedido
El arroz de mariscos y calamares de Luis Felipe coronado al final con un aromático chorizo merideño. Arroz arboreo de origen italiano
El arroz de camarones, pollo y calamares de Selva. Arroz bomba con D.O. Calasparra de Murcia
Selva y Luis Felipe fueron los protagonistas del día con paellas marineras con sorpresas de la tierra. Los estilos de elaboración de ambos arroces fueron totalmente opuestos, lo que hizo bien interesante la comparativa del resultado final. Ambos estuvieron en su punto y los servimos en un mismo plato, uno a cada lado. En el Blog de Jordi encontrareis amplios detalles de lo sucedido
El arroz de mariscos y calamares de Luis Felipe coronado al final con un aromático chorizo merideño. Arroz arboreo de origen italiano
El arroz de camarones, pollo y calamares de Selva. Arroz bomba con D.O. Calasparra de Murcia
El encuentro de los vinos fue interesantisimo entre dos grandes vinos franceses y dos españoles, abrimos con el Olvena 4 de la D.O. Somontano de Aragón para acompañar los abrebocas de embutidos ibéricos, casabe al horno con queso parmesano y aceite de oliva. Para el arroz empezamos con un Grand Cru de Corton Charlemagne 2002. El cambio de tercio a los tintos nos ofreció un espectacular combate entre el Chivite colección 125 Gran Reserva 1995 D.O. Navarra, con la enorme curiosidad de comprobar como le sentaba la edad a este vino de referencia de la calidad de Navarra, quedamos fascinados con una nariz gloriosa donde tabaco y cafe torrefacto protagonizaban la cata. Todos coincidimos que para esta ocasión fue el mejor vino, o el más seductor, y superó en disfrute a un Château Léoville Las Cases 2000 aunque Parker lo premia con 100 puntos todavía no está preparado para ser inolvidable aunque demostraba una madurez suficiente como para no ser culpables de una apertura tan anticipada como pudiera parecer.
Probablemente el sábado cualquier vino hubiera quedado corto ante la magia del Gran reserva de Chivite... si la vida de un vino es larga y plagada de evoluciones, mutaciones y matices... creo que esa botella se abrió en el día más esplendoroso de su dilatada existencia... voy corriendo a buscar más por si esta magia tiene prórroga.
Compra más, que sólo que esté la mitad de buena, va a ser ALUCINANTE!
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