Ayer noche iba a oficiar la primera cata en la recientemente inaugurada enoteca Bacchus de Los Palos Grandes, desgraciadamente no pude dirigirla ya que motivos poderosos me impidieron regresar a Caracas a tiempo. Esta mañana hablé con Roni y Julio Scheneider para saber como les fue. Roni me sustituyó y junto a Leo Dadazio hablaron y cataron los vinos del Marqués de Griñón para sus mejores clientes, incluso Eduardo Moreno se marcó un enorme detalle y congenió los vinos con un menú que hizo las delicias de los presentes.
Estaban contentisimos por la experiencia y le expresé a los hermanos Schneider mis sensaciones; me encantó que los vinos hablaran por si mismos, sin estar yo presente y que hayan interiorizado tanto el placer por ellos hasta el punto de transmitir tanta pasión.
El mérito de lo sucedido es obra de la particular forma de vivir el vino de Julio y Roni, y por supuesto de Leo. Conozco a los tres practicamente desde que llegué a Venezuela y en el caso de los Schneider en su faceta anterior como grandes amantes del vino. Cuando me informaron de la apertura de Bacchus me emocioné porque pensé que Caracas ganaría un espacio auténtico para la compra de vino gracias a la pasión, conocimiento y honradez de dichos personajes.
En Barcelona me encantaba comprar en dos enotecas, en Vila Viniteca y en La Carte des Vins, ambas cercanas, en el barri del Born cerca del Museo Picasso y las dos con un valor añadido fundamental: la calidad de la prescripción por parte de sus responsables. En Caracas, Bacchus tiene el cielo ganado gracias a estos mismos méritos y a la obesesión de sus socios por ofrecer la selección de vino más trascendente entre las referencias presentes en el mercado.
Por cierto, otra de las magias del espacio es su piso superior, escondido del vaivén del negocio, un espacio muy acogedor con sofás comodisimos y el ambiente adecuado para grandes y animadas tertulias sobre el vino y la vida... ¡ No saben el enorme favor que le hacen a todos los que amamos el vino y la conversación !
Les deseo todo lo mejor y que la iniciativa sea valorada como merecen.
Estaban contentisimos por la experiencia y le expresé a los hermanos Schneider mis sensaciones; me encantó que los vinos hablaran por si mismos, sin estar yo presente y que hayan interiorizado tanto el placer por ellos hasta el punto de transmitir tanta pasión.
El mérito de lo sucedido es obra de la particular forma de vivir el vino de Julio y Roni, y por supuesto de Leo. Conozco a los tres practicamente desde que llegué a Venezuela y en el caso de los Schneider en su faceta anterior como grandes amantes del vino. Cuando me informaron de la apertura de Bacchus me emocioné porque pensé que Caracas ganaría un espacio auténtico para la compra de vino gracias a la pasión, conocimiento y honradez de dichos personajes.
En Barcelona me encantaba comprar en dos enotecas, en Vila Viniteca y en La Carte des Vins, ambas cercanas, en el barri del Born cerca del Museo Picasso y las dos con un valor añadido fundamental: la calidad de la prescripción por parte de sus responsables. En Caracas, Bacchus tiene el cielo ganado gracias a estos mismos méritos y a la obesesión de sus socios por ofrecer la selección de vino más trascendente entre las referencias presentes en el mercado.
Por cierto, otra de las magias del espacio es su piso superior, escondido del vaivén del negocio, un espacio muy acogedor con sofás comodisimos y el ambiente adecuado para grandes y animadas tertulias sobre el vino y la vida... ¡ No saben el enorme favor que le hacen a todos los que amamos el vino y la conversación !
Les deseo todo lo mejor y que la iniciativa sea valorada como merecen.
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