En pocos días se cumplen 8 años de mi visita al D.O.M. de Alex Atala en Sao Paulo, fue a finales de junio y nos habíamos conocido tiempo atrás en Caracas durante la celebración del Salón Internacional de la Gastronomía. Atala extendió invitación a su restaurante como cortesía y en la primera oportunidad que pude viajar a Brasil por trabajo en la agenda personal solo tenía una obsesión: el D.O.M.
La crónica de aquel 25 de junio se mantiene imborrable en la maleta de mis memorias más apreciadas, posiblemente ha sido la experiencia en un restaurante que más me ha impactado en los últimos 10 años por no decir "siempre". Se alinearon todas las estrellas para este explorador de mesas y manteles: a la altura gastronómica y el artista se le unía un concepto cautivador: descubrir Brasil desde las entrañas de su cultura culinaria, la esencia de sus materias primas ancestrales, pero todo ello filtrado y enaltecido desde la vanguardia y el arte creativo de Atala, si a ello le sumanos el factor humano, amistad a primera vista... el resultado es aún hoy agradecimiento infinito.
De aquella visita nacieron 3 crónicas, la primera se reproduce a continuación y es la introducción tanto al mundo de Atala como un retrato de aquel que quedó tan profundamente impactado. Les recomiendo el enlace al Menú de Degustación con el detalle de cada plato, aún hoy resulta un espectáculo brutal. De regalo otro enlace con los maridajes propuestos por el sommelier del D.O.M. exclusivamente elaborado con vinos brasileños.
A LAS PUERTAS DEL MUNDO DE ALEX ATALA
Hay quien gusta coleccionar objetos, le gusta comprar ropa, carros, joyas, aparatos tecnológicos, apartamentos u otras propiedades... no tengo nada en contra... pero a mi, la verdad, nada de eso me importa realmente y simplemente le confiero un estricto valor utilitarista. Lo que me obsesiona es coleccionar experiencias, vivir y alimentar el alma y el corazón con el sabor que todo ello. Ese es el principal destino de mis inversiones en tiempo y dinero, un territorio incorruptible con uno mismo donde viajar, comer y beber ocupan la cúspide de mis anhelos. Actividades que por suerte o por desgracia son efímeras pero pueden llegar a ser eternas en el paladar del tiempo como aquel primer beso de amor.
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Explicarlo es el mejor método que conozco para fijar lo vivido de forma mucho más nítida en los rincones de la memoria, luego aquel incierto juego con el paso de los años hará que sea selectiva. En estos momentos solo aspiro a que días como el vivido el pasado 25 de junio en un futuro lejano pueda mantener vivo el sabor de lo que sentí y el valor de lo que aprendí.
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Como un surfista me gusta andar montado en la tabla de la vida, sabiendo que hay que dedicar parte importante del tiempo en trabajar pacientemente en medio del mar esperando la llegada de un viento que levante las mejores olas. Cuando llegan me lanzo con todo para gozarlo hasta la extenuación y eso era lo que tenía marcado entre ceja y ceja desde que aterricé en Brasil: surfear encima de los platos de Alex Atala en su mítico D.O.M.
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Ahora que ha pasado una semana, recuerdo el 25 de junio como un día único, de los que marcan un antes y un después en la historia de este amante de lo efímero. El promotor de principio a fin de toda esa concentración de felicidad, de verdadera satisfacción y catarsis no es otro que el cocinero brasileño Alex Atala. Las expectativas, muchas veces nos traicionan por estar alimentadas de grandilocuentes referencias previas, en este caso quedaron tan cortas ante la realidad que aún estoy profundamente sorprendido.
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La tarde avanzó por un camino inesperado, no aspiraba a más que lo que aspira todo comensal pero el hombre es generoso y apasionado, y desde el primer instante existió un ambiente en el que todo congeniaba y desde esa magia se fue creando una amistad en carne viva que en esas pocas horas fue intensa sin que realmente sea importante saber si el momento abrirá nuevos encuentros.. quizás nos inventamos una amistad para toda la vida con el privilegio de ser disfrutada en un solo día... ¿Será ese el mundo de Alex Atala?, ¿un hombre que se vuelca con todo sobre una ola sin importar si luego llega otra?...
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Hoy, desde geografías alejadas, no sabeis como aprecio haber compartido las confidencias de un profesional que ama hasta la locura todo lo que nos propone y lo transmite con fuerza, con detalle. Un artista y un intelectual que comprometido con su causa brasileña y amazónica ha trazado un camino que lo convierte en referencia cultural del continente americano y que oficia con recursos tan amplios que sabe exactamente encontrar a cada ingrediente de su terruño toda su expresividad, desde el discurso verbal al ejemplo que acabaremos degustando paladar adentro.
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Brindo por toda la confianza y amistad que durante un día me transmitió, por tanta generosidad y haber abierto de par en par los secretos de su cocina, de su persona, de su familia, su ideario y por haber motivado a todo el equipo del D.O.M. para que la orquesta interpretara a la perfección una obra maestra de la que me declaro admirador y que en los siguientes post ofreceré justa crónica de lo acontecido.
Reportaje sobre el Menú de Degustación para familia, como así lo presentó el chef brasileño
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