Fui citado para almorzar en Restaurante Elche del Poble Sec, por edad llegué tarde para conocer la época dorada de la Avenida del Paral.lel de Barcelona con sus teatros y cabarets en el apogeo, más bien viví el periodo de decadencia y realmente nunca formó parte de mi circuito de ocio. Luego por mis trayectoria en América Latina no he podido disfrutar de su nueva pujanza de estos años.
Muy cerca del Metro de Paral.lel, topamos con el restaurante, de perfil señorial que contrasta con lo que le rodea, amplios ventanales y decoración sobria y elegante. Jamás antes lo había visitado y no se puede decir que me lo haya perdido por mis largos años de ausencia ya que funciona sin tregua desde 1959!!!!
La carta está muy bien pensada porque no atosiga a la vista ni a la capacidad de seleccionar con una lista de tropecientos arroces por aquello de abarcar todos los gustos. Únicamente 10 arroces y fideos levantinos de los cuales elegimos 2 para compartir pero fácilmente hubiera pedido 5 con los ojos.
Como en los restaurantes de arroces, a diferencia de casi todos los demás tipos de comida, el valor que genera confianza es la espera y paciencia para que "fabriquen" la paella desde cero o casi, en Elche resulta ideal el criterio de unos entrantes ligeros para suavizar el hambre callejera y vestir el tiempo de espera.
En nuestro caso berberechos al vapor y zamburiñas salteadas con ajo y perejil, entretenimiento que se zampa sin dejar rastro en el estómago. El único "riesgo" de que un plato tapara el hambre de una sola cucharada de arroz fueron los buñuelos de bacalao con all i oli, tengo déficit de bacalao y poco a poco voy alcanzando los niveles deseados.
Los entrantes no fueron gloriosos, cumplieron con la labor de sparring y hasta cierto punto me preocupó que los arroces no alcanzaran la expectativa generada. Afortunadamente los temores eran infundados... y el vino estaba muy bueno como para deprimirnos.
De paella a plato con paella, no dejé que se enfriara el arroz ni el bacalao, su presentación ya es en si misma un concepto: el bacalao como una isla blanca y los ceps como barcas a la deriva en un océano petrificado de granos de arroz bomba de color cobre, cocción perfecta con la absorción de hasta la última gota de un fumé de pescados y mariscos cuya receta debe transitar de padres a hijos en secreto.
Profundo, sabroso, intenso, con largo y persistente recuerdo en el paladar, como mandan los cánones y además sin decoraciones o implantes innecesarios en forma de mejillones, almejas o langostinos.. en arroces así los "complementos" sobran y más bien "tapan" al que debe ser el verdadero y único protagonista: el arroz. En todo caso lo que si apreciaré es que al sujeto le acompañe otro protagonista, Don Quijote y un Sancho Panza y quizás el espíritu de dulcinéa complementario pero todo muy bien pensado y calculado para un título directo y contundente de la obra: arroz CON bacalao y ceps.
Prefiero cuando crustáceos y pescados le dan al cocinero un mejor servicio a la causa al transformarlos en elixir humeante cual perfume perfecto de Süskind para provocar el éxtasis definitivo en los débiles espíritus humanos ansiosos de momentos que nos saquen de los atropellos mundanos.
De tan bueno pareció demasiado escaso y me dejó ansioso y con el hambre intacta... en pleno brote psicótico llegue a acusar a los cocineros por haberse quedado con un pedazo del botín al partir en dos la paella... por un momento estuve dispuesto a castigar a la cocina sin propina....
Me abstuve de dar el espectáculo cuando recordé aquella anécdota de los anarquistas que quisieron boicotear un estreno del gran poeta y dramaturgo Josep María de Sagarra en un teatro del Paralelo y no lo hicieron, cuando su líder les preguntó porque no habían irrumpido en el escenario dijeron: "¡Qué versos hace este hijo de puta"... ¡Qué arroces hacen estos..." Tienen el derecho a dar la porción que crean que merecemos, solo con probarlo entra con honores en el olimpo paellero.
Afortunadamente quedaba en la recámara una segunda batería explosiva, el ARROZ NEGRO DE ELCHE CON CALAMARCITOS Y ALCACHOFAS y tampoco me atreví a discutir el procedimiento: lo presentaron como se ve en la foto, lo enviaron al internado de la cocina y regresó educado y bien dispuesto en el plato.
De nuevo, perfecta cocción y profundidad de aromas y sabores del arroz, la justa densidad que se le pide a un arroz negro que se precie, no se trata de pintar por encima con un colorante, la tinta de sepia o calamar debe ser tácita protagonista y mancharnos labios, dientes, lengua y hasta el último metro del tránsito intestinal.
La genialidad de este arroz de gran poeta tiene de nuevo un mágico apuntador, Cyrano de Bergerac se disfraza de alcachofa y escondido bajo el manto petrolero susurra los versos para que cerremos los ojos y en un suspiro solo queden manchas oscuras en el plato. La alcachofa es el bogavante de la tierra, por el modo de comerla, pétalo a pétalo succionando el fruto cual tenaza de crustáceo hasta alcanzar el premio, el tierno corazón de la flor como cola de langosta. En este arroz solo pequeños corazones de alcachofa, los suficientes para que aparezcan en una de cada tres o cuatro pedaleadas del corto viaje en el plato como contraste sublime.
No quisimos postre, hay que dejar mucho tiempo en reposo el paladar para no estropear el recuerdo de las últimas estrofas. Más bien dejamos que la tarde nos conquistara por tanto que teníamos que conversar, fue tan grande la tertulia como los dos arroces levantinos que se ríen de tantas paellas para el turismo de masas. Uno vive para momentos como este.
La Cuenta: 16.80€ paella bacalao con ceps 14.80€ Arroz negro con calamarcitos y alcachofas
El Conteo: 9/10 Muy buena relación calidad/precio
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