Los cuatro puntos cardinales de la comida cotidiana y callejera venezolana me fascinan: empanadas, arepas y cachapas con el maiz como protagonista y el casabe de yuca.. una misma fórmula cultural que permite combinar masa y relleno con ingredientes de todo tipo, todo un mundo de sabores que en Europa es inexistente, si acaso las empanadillas y croquetas serían parientes lejanos aunque con combinaciones demasiado limitadas (atún y pollo principalmente).
Entré en el universo de la empanada y de la arepa desde el primer momento, hasta el punto de preferir ciertas combinaciones con embutidos de mi tierra con arepa al budare, bien tostada y muy fina, en sustitución del pan con tomate catalán.
Mis primeros contactos con el casabe no fueron tan brillantes, resultaba poco amable en el paladar, demasiado seco, duro y terroso en su textura, y en ocasiones lo contrario, resistía mal la incorporación de rellenos ya que humedecia la masa a los pocos minutos resultando un pasapalo imperfecto. Todo cambió cuando mi cuñada Ana Luzalba me ofreció un dia la versión de casabe horneado con aceite de oliva, orégano y sal.. me volví loco, su textura era crujiente y divertida en la boca, sabrosisima.... un entretenimiento glorioso comparable a la focaccia que aparece en las mesas italianas para el antipasto o la pizza bianca que reconforta el estómago cuando no deseamos sufrir calambres en el vientre ante ciertas mezclas exageradas de pizza.
el Casabe es el único de los 4 elementos cuyo protagonismo es casero, la arepa ocupa la calle y la casa logrando elogios y placeres en los dos estadios, la empanada es superior en el ámbito callejero que en el casero, más recatadas, y la cachapa, solo vive fuera de casa.
La Cachapa era la asignatura pendiente, pocas veces la encontré en plenitud de condiciones, a veces demasiado chamuscada, poco amable al tacto en la boca, monótona y contundente en la panza, con unos pocos bocados me sentía saciado, además su sabor no me atrapaba.
Una mañana de domingo, entre El Hatillo y La Lagunita, serpenteando por las carreteras de Oripoto, llegamos a una taguara con pocas comodidades, llena de gente, llenisima, con muchas personas esperando su turno para comer y cientos de vehiculos ocupando los márgenes de la ruta. Habiamos encontrado la famosa Cachapera de Doña Inés e Hijos. La paciente espera de nuestro turno duró practicamente una hora, hasta que por fin cantan nuestro número. Mesas y sillas de plástico, cubierta de uralita y un vaivén de mesoneros eficaces.
El menú muy simple y concreto: Cachapas con queso y raciones de pernil asado, para beber jugos de frutas. La combinación de cachapa y pernil extraordinaria... para volverse loco, repetimos ración de pernil, bien tostado, crujiente en sus extremos, jugoso y meloso en los cortes, aromático en su paso por la brasa. Una relación perfecta en el contraste dulce-salado de la cachapa y el pernil.
Mi mujer y yo nos miramos algunas mañanas de domingo y coincidimos en el pensamiento, nos vamos a Oripoto, tenemos calculado que hay que llegar antes de las 10:30 de la mañana para sentarse a desayunar capacha y pernil sin esperas, pocos minutos después empieza el frenesí que convierte esta esquina del planeta en la más densamente poblada por metro cuadrado hasta el atardecer.
Entré en el universo de la empanada y de la arepa desde el primer momento, hasta el punto de preferir ciertas combinaciones con embutidos de mi tierra con arepa al budare, bien tostada y muy fina, en sustitución del pan con tomate catalán.
Mis primeros contactos con el casabe no fueron tan brillantes, resultaba poco amable en el paladar, demasiado seco, duro y terroso en su textura, y en ocasiones lo contrario, resistía mal la incorporación de rellenos ya que humedecia la masa a los pocos minutos resultando un pasapalo imperfecto. Todo cambió cuando mi cuñada Ana Luzalba me ofreció un dia la versión de casabe horneado con aceite de oliva, orégano y sal.. me volví loco, su textura era crujiente y divertida en la boca, sabrosisima.... un entretenimiento glorioso comparable a la focaccia que aparece en las mesas italianas para el antipasto o la pizza bianca que reconforta el estómago cuando no deseamos sufrir calambres en el vientre ante ciertas mezclas exageradas de pizza.
el Casabe es el único de los 4 elementos cuyo protagonismo es casero, la arepa ocupa la calle y la casa logrando elogios y placeres en los dos estadios, la empanada es superior en el ámbito callejero que en el casero, más recatadas, y la cachapa, solo vive fuera de casa.
La Cachapa era la asignatura pendiente, pocas veces la encontré en plenitud de condiciones, a veces demasiado chamuscada, poco amable al tacto en la boca, monótona y contundente en la panza, con unos pocos bocados me sentía saciado, además su sabor no me atrapaba.
Una mañana de domingo, entre El Hatillo y La Lagunita, serpenteando por las carreteras de Oripoto, llegamos a una taguara con pocas comodidades, llena de gente, llenisima, con muchas personas esperando su turno para comer y cientos de vehiculos ocupando los márgenes de la ruta. Habiamos encontrado la famosa Cachapera de Doña Inés e Hijos. La paciente espera de nuestro turno duró practicamente una hora, hasta que por fin cantan nuestro número. Mesas y sillas de plástico, cubierta de uralita y un vaivén de mesoneros eficaces.
El menú muy simple y concreto: Cachapas con queso y raciones de pernil asado, para beber jugos de frutas. La combinación de cachapa y pernil extraordinaria... para volverse loco, repetimos ración de pernil, bien tostado, crujiente en sus extremos, jugoso y meloso en los cortes, aromático en su paso por la brasa. Una relación perfecta en el contraste dulce-salado de la cachapa y el pernil.
Mi mujer y yo nos miramos algunas mañanas de domingo y coincidimos en el pensamiento, nos vamos a Oripoto, tenemos calculado que hay que llegar antes de las 10:30 de la mañana para sentarse a desayunar capacha y pernil sin esperas, pocos minutos después empieza el frenesí que convierte esta esquina del planeta en la más densamente poblada por metro cuadrado hasta el atardecer.
Hola Maria Karina,
ResponderEliminarDesde ahora hasta el 24 entramos en la cuenta atrás...
ACEPTO !!!!!!!
Yo me apunto a esos desayunos cuando quieras Oriol... sólo tienes que avisarme y Mariela y yo salimos volando hacia allí. LA cachapa me trastorna
ResponderEliminarEstimado Oriol, que estupendo Blog que tienes, solo saludarte y comentarte que he alucinado con toda esta comunidad que teneis, que maravilla, soy Xavier Franquet, nos hemos conocido y visto un par de veces en el C.C. San Ignacio, donde tengo mi negocio, ha sido creo, cuando vas a tus visitas a la Viña del Señor o preparabas tus catas en ese local.
ResponderEliminarSuerte y hasta pronto.
XF
PS Por cierto conosco a Federico Tishler hace muchos años, no sabia que habia regresado al país y mucho menos que se dedicaba a los "fogones" de una manera profesional. Mi voto va para él, "sentimentalmente".